Finanzas Personales

Cómo evitar el «El sesgo del anclaje»

¿Te ha pasado que ves un producto con una etiqueta de 199 €, rebajado a 99 €, y te parece una gran oportunidad… aunque no lo necesitabas?

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Eso es el sesgo del anclaje actuando en tu mente. Un sesgo psicológico que nos afecta a la mayoría de personas y que impacta directamente en nuestras decisiones económicas.

En Ahorradoras lo trabajamos con frecuencia dentro del Método, porque es uno de los mecanismos mentales que más condicionan el consumo impulsivo y las falsas “gangas”. Muchas alumnas nos han contado cómo, al detectar este patrón, han evitado compras innecesarias y empezado a ahorrar sin esfuerzo.

¿Qué es el sesgo del anclaje?

Es un atajo mental que utilizamos para tomar decisiones rápidamente, pero que muchas veces nos lleva a conclusiones equivocadas.
Ocurre cuando damos demasiada importancia al primer dato que recibimos (el ancla), aunque no tenga relación directa con el valor real de algo.

Por ejemplo: ves un abrigo que originalmente costaba 300 €, ahora rebajado a 150 €. Aunque en realidad 150 € sigue siendo mucho para tu presupuesto o aunque ya tienes abrigo, el cerebro lo percibe como una “oferta” por comparación. Y eso puede llevarte a comprarlo.

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Casos de nuestras alumnas

Laura, una alumna, nos contó que casi firma una reforma del baño por 12.000 €, rebajada desde 18.000 €, según el presupuesto inicial. Le parecía un “chollo” porque el primer número (18.000) quedó anclado en su mente. Por suerte, antes de firmar, comparó con otras empresas y descubrió que el precio medio real para esa reforma rondaba los 9.000 €. Se ahorró más de 3.000 € por no dejarse llevar por ese ancla.

Rocío, seguidora de Ahorradoras, fue a una tienda a por una batidora de 40 €, pero le ofrecieron una “versión superior” por 89 € que supuestamente costaba 150 € de origen. Le pareció que estaba ganando mucho por poco, pero luego admitió que nunca usó las funciones extra y que podría haber invertido ese dinero en otra necesidad.


¿Dónde aparece el sesgo del anclaje?

  • En rebajas o “precios tachados”
  • En descuentos tipo 70 %
  • En precios inflados a propósito para que lo siguiente parezca barato
  • En comparativas falsas: “antes costaba 99 €, hoy solo 39 €” sin que sepas si ese “antes” fue real
  • En contratación de servicios: te muestran una opción carísima primero, para que la media parezca asumible

Cómo evitar el sesgo del anclaje

1. Haz tu propia referencia de valor

Antes de tomar una decisión, investiga por tu cuenta.
¿Qué cuesta realmente ese producto en otras tiendas? ¿Qué precio tiene algo similar?
No tomes como “precio real” lo que diga el cartel.

2. Conecta con tu presupuesto, no con la etiqueta

El sesgo del anclaje funciona porque te compara con algo externo.
Tú compárate con tu presupuesto, tus necesidades y tus valores.
Pregúntate: ¿Esto me acerca a mis objetivos o me distrae de ellos?

3. Aplica la regla de la utilidad real

¿Lo necesitas? ¿Lo vas a usar? ¿Lo estabas buscando antes de verlo?
Si no es un “sí” claro, probablemente es el sesgo jugando contigo.

4. Frena la decisión rápida

El sesgo del anclaje vive de la rapidez. Si frenas, respiras y piensas, tienes el poder.
Una alumna del método Ahorradoras lo llama “ponerlo en cuarentena”: todo lo que le parezca una ganga, lo deja reposar al menos 24 horas antes de decidir.

5. Recuerda: lo caro no siempre es calidad… y lo barato no siempre es ahorro

El ancla puede hacer que sobrevalores lo que no necesitas o subestimes lo que sí.
Pon el foco en la utilidad, el valor para ti y el impacto a largo plazo.

Un aprendizaje que cambia tu forma de consumir

Una vez entiendes el sesgo del anclaje, te conviertes en una consumidora más consciente, menos manipulable y más alineada con tus verdaderas prioridades.

Este tipo de trabajo mental y emocional es una parte muy querida dentro del Método Ahorradoras, y hemos visto auténticos “clics” internos en muchas mujeres.


Ahí es donde empieza el cambio real: cuando dejas de reaccionar y empiezas a elegir desde la conciencia.

¿Te ha pasado?

¿Has comprado alguna vez algo “rebajado” que no necesitabas solo porque el precio original te pareció altísimo?
Cuéntalo en comentarios. Puede que tu ejemplo ayude a otras mujeres a no caer en la misma trampa.

¿Quieres aprender a ahorrar de forma fácil, realista y sin renunciar a lo que te gusta?

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