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Como pagar menos en el recibo de gas

Estamos en plena época de crisis económica. Son numerosos los aspectos que lo demuestran, aunque uno de los más evidentes es la inflación. Basta con ir a un supermercado para darse cuenta de la gran diferencia respecto a hace tan solo un año: todos los alimentos cuestan bastante más que antes. Esto es debido en gran medida a que cuesta más producirlos.

No solo hablamos de la luz que consumen las fábricas, sino también del gas, el cual se ha encarecido enormemente. Lo notan tanto las empresas que lo repercuten en el precio de sus productos como, por supuesto, los propietarios e inquilinos de viviendas.

Si ya de por sí ahorrar era importante antaño, más si cabe ahora con la situación tan delicada que hay a nivel monetario. Pero, ¿cómo podemos lograr pagar una menor cantidad de dinero al hacer frente al recibo del gas? Vamos a verlo a continuación.

Entendiendo bien la factura

Antes de hablar de acciones a realizar en el hogar para que el recibo sea de un importe inferior, hay que sacar a colación una tarea que es imprescindible llevar a cabo. Nos referimos a entender factura del gas. Y es que ahorrar es inviable si no se comprenden una serie de factores que adquieren una gran relevancia.

Por ejemplo, poco tienen que ver el cargo que se efectúa para que se produzca el servicio y aquel que se cobra con tal de suministrar el gas en sí. Lo mismo podemos decir de los impuestos que se abonan, los cuales no son precisamente bajos.

Cuando hablamos de entender la factura no solamente nos referimos a este aspecto. A su vez, también hacemos referencia a la variación del precio, el cual cambia radicalmente en pleno mes de diciembre en comparación con el que se paga en agosto.

Evitando las duchas de mucha duración

Podemos lograr pagar menos en el recibo del gas no solo entendiendo bien la factura, sino también poniendo en práctica una serie de claves que son de gran ayuda en este sentido. Una de las más importantes consiste en moderar el tiempo que pasamos en la ducha.

A cualquiera le gusta estarse un cuarto de hora o incluso más duchándose con agua bien caliente en pleno invierno. Sin embargo, esto repercute enormemente en el recibo del gas, así como en el ecosistema. La situación cambia de manera drástica si las duchas duran una media de 7 minutos, los cuales son suficientes para darle al cuerpo la higienización que necesita.

En este sentido, es muy recomendable tenerlo todo preparado antes de que el agua empiece a salir por la alcachofa. Si no encuentras algún jabón o crema en concreto, no dudes en cerrar el grifo hasta que des con el producto en cuestión: estas acciones tan simples pueden ahorrarte unos cuantos euros al cabo del año.

Bajando los grados centígrados a los que está el termostato

Otra acción que podemos llevar a cabo para ahorrar se resume básicamente en reducir la cifra de grados del termostato. No nos referimos a pasar frío, ni mucho menos, pero el simple hecho de bajar un único grado, afecta de forma bastante notable a la factura. Para que te hagas una idea, si pagas cada mes unos ochenta euros, en todo un año podrías llegar a ahorrar cincuenta euros.

Como acabamos de decir, esta acción no tiene que derivar en estar a disgusto pasando frío en el hogar. Simplemente hay que ajustar el termostato para que las cifras sean razonables y no excesivas. Por ejemplo, durante el transcurso de la noche, basta con una cifra que ronde los 15 grados centígrados. Por el día, los más frioleros pueden tener suficiente con 20 grados. Si es tu caso, prueba un día poniéndolo a 19 grados. ¿Estás a gusto? Enhorabuena, porque así ahorrarás en el recibo del gas, concretamente un porcentaje que será de unos cinco puntos.

Asegurándose de que la vivienda está bien aislada

De poco sirve acertar con la cifra del termostato, sin que sea ni muy alta ni demasiado baja, si la energía acaba desperdiciándose porque la casa o el piso no tiene un buen aislamiento.

La eficiencia energética de una vivienda tiene hoy en día más importancia que nunca. Así pues, se recomienda destinar el dinero necesario a mejorarla, por ejemplo cambiando las ventanas por unas a través de las que no se cuele el frío del exterior. Es un gasto considerable, pero al cabo de unos años se amortiza en forma de ahorro en la factura del gas y también de la luz.

Pero, ¿qué hacemos si esta opción hace tambalear nuestro presupuesto? Existen otras soluciones de aislamiento térmico que son mucho más asequibles, como la de cambiar las cortinas por unas que tengan un grosor muy superior. De esta manera la casa por dentro se mantiene caliente sin consumir tanto gas.